viernes, agosto 18, 2006

Lolita

Cuando era una niña, o una jovencita, tenía mucha prisa por enamorarme, por sentir esa plenitud, o ese gran dolor, o ese gran placer, o lo que fuera, no tenía idea, así que quería saberlo, como culquier otra Lolita.
No revelé otro tipo de adicciones, no me reventé demasiado, y ahora sería tardío, simplemente centré mi atención en el otro, como tantas otras.
Fui estirando los límites hasta que nada se me quedó fuera, y perdí.
No hay como lo finito.
Caput!!
Así que estoy cansada, y he crecido, mi entusiasmo inicial finalmente se ha visto mermado por el desgaste que provoca tallar siempre la misma roca, se podría decir que se me erosionó el sentir. Pero la espectativa persiste, triste.
O tal vez es mejor que sea así, seguir teniendo pase anual a la montaña rusa de las emociones, aunque cuando ya sabes siempre donde viene el giro, te aburres, aunque no dejes de vomitar cada vez.
¿Qué queda?
¿Porqué cada vez dura menos, será mi intolerancia, mi predisposición?

Pero como les decía no se saquen de onda, no se dejen engañar, estoy feliz, mi vida tiene sus cosas lindas, y además un precioso niño que es un angel (cursi pero cierto, esperen a ser papás y lo entenderán) (o no y ni modo, pero no estén chingando).

Ladidá, ladidá, lalá. -A. Hall.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Hola Náhuatl. Ya no se pudo el fin pasado, pero a ver si ahora sí. Nosotros vamos a estar medio ocupados hoy (sábado), pero a lo mejor podríamos mañana. Nos hablamos, va? Un beso a los 2.
Andrea