sábado, mayo 12, 2007

Nueva sección: Mis historias de amor, hoy presentamos...

La del güero, parte I.
Nos conocimos un doce de diciembre; lo sé, porque nunca se me va a olvidar que era día de la Virgen y que los dos andábamos taciturnos viendo a qué sabía la tarde, ya muy tarde y sin encontrar nuestra respuesta. Yo te había visto antes, por que tenías ese largo y lacio pelo rubio. Decidí que no estarías a mi alcance (¿cuándo se ha fijado en mí un güero, en este país en donde eso suele ser sinónimo de adinerado?) y me puse a inventar tonterías con tu imagen, como que eras ruso y que poco a poco ibas a ir trayendo a los miembros de tu familia a México; o, dicho de otra forma, no me habías pasado inadvertido. Creo que los dos nos dimos por vencidos esa noche, era domingo, había pan de pueblo, no había nadie con quien compartirlo, pero mejor irse a casa que seguir buscando. Nos alejamos ya de la plaza por nuestra calle, Fernández Leal, y ahí me abordaste; “tu vives por mi casa”; “y tu vives por la mía”, contesté. Entonces no había más que decir, yo estaba lista, siempre sé las cosas así de rápido, o me aviento al vacío así de rápido y luego por eso me doy contra el concreto, como me pasó contigo, pero eso fue después y no vamos a echar a perder el cuento desde ahorita. Así que te dejé que me cortejaras, o que según tú me convencieras; te inventaste una historia en la que necesitabas agua, porque en tu casa no tenías, entonces fuimos a tu casa por unos botellones para acarrear el agua de mi casa a la tuya. Mientras estábamos allí yo abrí el grifo y salió un gran chorro, “¿no que no tenías agua?”, te dije, y tu respondiste que no necesitabas de esa agua, sino de beber, purificada, para tomarte unas medicinas, yo te dije que no tenía, entonces tu dijiste que podíamos ir a mi casa y hervirla, y que así te invitaba chocolate caliente para comernos nuestros panes, los dos estábamos jugando a hacernos pendejos, porque ya sabíamos que transa, pero era divertido, era el inicio de algo que siempre iba a ser divertido-chingativo. Después fuimos a mi vecindad, mi casa era un caos, acababa de mudarme y acababa de salir viva se un par de enfermedades terminales del corazón, dos males que me habían dejado marcada: uno moreno y otro mitómano. Nuestro impulso inicial se extinguió, y sólo quedaron un par de tímidos que no sabían cómo acomodarse uno junto al otro en el sillón. Así que platicamos y platicamos y dejamos salir partecitas de nuestros yos apachurrados y nos encontramos en el otro y poco a poco te me acercaste, fuimos fundiendo nuestros costados como quien no quiere la cosa, hasta que tus labios tenían mi cuello a su alcance e hicieron debido uso de esa cercanía. Después vinieron esos besos que me hacen girar el corazón (aún hoy), y que no supe atesorar suficiente como los raros presentes que sólo una vez me harías. Y después, un arranque de pasión desmedida, y recuerdo que la casa estaba a oscuras, y que a mi entró un aire de conciencia y le puse un alto a todo aquello. Así que te fuiste, pero yo no pude evitar acompañarte a la puerta, y luego al portón y luego a la esquina y luego a tu puerta y de ahí a tu cama, que tanto me gustaba, donde nos entreteníamos horas y horas nocturnas desnudos riéndonos de todo y de todos. Ya en tu cuarto, me pusiste a Coltrane “esta es para las que no se dejan bajar los calzones”, y eso siempre me dio risa por dentro, por que yo sabía desde el principio que no te iba a costar tanto como temías en ese momento. Y todo fue tan familiar y tan calmo, y nos encontramos simplemente, como la piel dorándose al sol, y hacía frío y nos dormimos y se nos acabaron las horas y llegó el lunes, y cepillé tu cabello y capturé tu olor de leche dulce en mis pupilas, y te fuiste a la escuela y yo a mi casa, en una mañana de invierno, cantando por dentro una melodía antigüa, sin saber que iba ser o sería, sino hasta después.

1 comentario:

La Chili dijo...

Ya son ocho años de etonces güero, ya se que tu no lo atesoras más, pero yo aún, cuando el invierno acecha, vuelvo a esa historia, que no se si podría haber sido mas hermosa.