lunes, abril 07, 2014

Toca Conmigo :: Experiencia de dos caras

Advertencia: Este artículo está escrito desde el punto de vista de una mamá, si piensas que el mundo de la maternidad es ¨de güeva" no te lo recomiendo.



Hace algunas semanas tuvimos el gusto de conocer a Agustín Santoyo, un artista plástico.  Apenas ayer nos enteramos que había participado en el proyecto Toca Conmigo, en donde se les ofrecen pianos a artistas plásticos para que intervengan de algún modo, y luego se colocan en parques públicos para el uso de todos.



Así que hoy caminos los 2.5 kilómetros que nos separan del Parque Luis Cabrera para conocer la pieza de nuestro amigo. En el camino encontramos otro piano que está en la Plaza Río de Janeiro, desafortunadamente este está ya maltratado, le faltan partes a las teclas y algunos martillos internos están atorados seguramente por haberlo tocado muy bruscamente, provocando que las teclas se muevan en bloque y no independientemente, y afectando el sonido, por supuesto.


El piano que intervino Agustín nos gustó mucho, pueden ver el video donde cuenta sobre él.



Cuando llegamos estaba tocándolo una chica que cantaba a su vez. Nos quedamos al lado esperando nuestro turno, platicando sobre el piano, cada tanto mi hijo daba vueltas al parque para entretenerse. La chica me recomendó que fuera a otro parque, como al México o al España, le dije que habíamos venido a ver éste piano y que esos parque no estaban cerca. Después de unos veinte minutos y ya con mi hijo un poco cansado de esperar le dije a la chica que si nos lo podía compartir. Con una actitud muy a la defensiva me dijo que estaba estudiando y que no había terminado, traté de explicarle que el piano estaba allí para que lo usáramos todos, que había venido caminando desde lejos, que venía con un niño pequeño; nada de esto le pareció importante y lo último hizo que me gritara diciéndome que cómo podía usar a mi hijo de pretexto. Le pedí a los polis que estaban cerca que si podían darme algún apoyo para pedirle a la chica que me compartiera el piano, me dijeron que los artistas que los habían puesto habían dicho expresamente que eran para que la gente los usara todo el tiempo que quisiera. Volví y le pregunté cuanto tiempo más pretendía usarlo, me dijo que quince minutos y que si eso me parecía bien, le dije que no, pero que no tenía opción. Para entonces mi hijo estaba molesto también, por más que yo quise controlarme y no permití ser goresera o usar alguna palabra altisonante. Me decía que le parecía mal que no quisiera compartirlo, yo traté de distrearlo con historias sobre viajes en el tiempo. De pronto el viento le lanzó a la chica el plástico que protege el piano encima, ella siguió tocando y yo me ocupé de quitárselo de la cabeza, no me dijo nada. Finalmente, unos quince minutos después se levantó y se fue sin más.

Nos sentamos a tocar, y antes de cinco minutos llegó una señora con su hija de unos once años a quien invité a sentarse con nosotros y le enseñé a tocar Martinillo, también llegó una señora con unos cuatro adolescentes y un señor que le estaba impartiendo clases a si hija aprovechando los pianos públicos. Pronto nos retiramos, el señor tocó algunas piezas y luego le sigió dando clases a la muchacha. Mi hijo se fue a jugar por ahí y luego regresamos a casa.

Con estas dos experiencias contrastantes. Fue hermoso cuando la niña me dijo que era buena maestra a pesar de que ella era mala para tocar y yo le decía que es sólo cosa de práctica: fue hermoso cuando el señor tocaba y mucha gente se acercaba a escuchar; fuer hermoso cuando la madre de la muchacha me contaba con orgullo que su hija toca bien el piano pero sólo de oído y que apenas el día anterior este maestro que había conocido en el parque le había enseñado notas yya estaba empezando a leer. Le recomendé que siguieran en la Biblioteca Vaconcelos, donde hay también, pianos públicos, además de violines y guitarras.

Al mismo tiempo sentí mucha frustración por la primera experiencia y tuve pensamientos clásicos de viejita, o algo así, ¿qué pasa con los jóvenes?, ¿su sensibilidad se modificará cuando tengan hijos o los educarán también pensando que lo que ellos desean en ese momento es lo único que importa?, ¿cuál es el origen de estas conductas?, ¿no conocen el placer de compartir?

En fin, recomiendo mucho visitar los pianos en este enlace pueden saber donde están ubicados, ¡hay por toda la ciudad! y esta es la últimas semana.
http://streetpianos.com/mexicocity2014/

Yo concluyo que es hermoso vivir en la Ciudad de México, a pesar de todo, no me cambio por nadie.

No hay comentarios.: