domingo, junio 12, 2016

Recuperando un post postparto

Esto escribía el 18 de agosto del 2006, esta un poco de risa loca pensar que entonces me parecía tarde el encontrar mi lugar en el mundo a los 26 años y ahora, a los 35, aún no lo encuentro. Creo que al final, entre tanta digresión, no completo la idea que tiene que ver con que tuvimos suerte de tener un proceso de parto suave, lindo y bastante respetado.

Fue para mí maravilloso, y al mismo tiempo desconcertante, si bien he dicho muchas veces que éste (el de dar a luz) es un proceso que -como muchos otros- tiende a no ser disfrutado por la falta de información, en gran parte; y que el acceso a la información puede hacer la diferencia; en mucho porque la mujer sabe qué esperar; para mí no fue así al fin y al cabo; es decir, no sólo no fue como esperaba, sino que eso me hace sentir un poco derrotada.

Es decir, fue maravilloso, increíble, Itzcóatl y yo tuvimos un proceso exitoso (qué horror sueno como cierto barbón que conozco) en el sentido de que ambos estamos sanos, y hasta cierto punto no hubo contratiempos, bueno quizá contratiempos sí, pero no complicaciones, y por ello estoy eternamente agradecida, pero no conmigo, no me siento bien cuando me felicitan por mi valor, por supuesto que el problema puede ser más de fondo, estructural, ajeno a la experiencia de parir sino inherente a mi manera de ver el mundo, pero de cualquier forma no termino de sentirme campeona de una batalla, orgullosa y presumida, con el pecho hinchado, flamante, etc., etc., etc., sino simplemente sobreviviente de un proceso increíble, por el cual muchas eligen pasar anestesiadas, y yo no (aunque estuve a punto de rendirme), como llevan haciéndolo todas las mujeres durante siglos y lo siguen haciendo en muchas culturas. No veo el valor de haber pasado por algo que no podía detener de cualquier modo, ¿así cómo saber si me hubiera rajado?, en fin, la idea no es transmitir mala vibra, simplemente empecé con la parte de todo ello que no me resultó gratificante, un poco de re afirmación de parte de aquéllos que realmente me importan o quiero supongo que hubiera ayudado, pero nunca se puede resolver por fuera lo que está mal desde adentro.

Por otro lado, he de decir que esto me ha cambiado la vida, y no en el sentido de que tener un hijo te cambia la vida (es decir, es cierto que tener un hijo te cambia la vida, pero no es a eso a lo que voy), al punto que siento que el rumbo de mi vida ha cambiado, se redireccionó, y me encontré en lo que me apasiona más que otra cosa, es peligroso decirlo porque puede ser que no tenga éxito (al más puro estilo de mi jefe) en esta empresa, pero me parece que al fin he llegado a algo esencial; creo que le estoy dando tantas vueltas que nomás enredo; me explico: el proceso del embarazo y parto me parece tan maravilloso que no sólo quisiera tener otro (¿u otros?), sino que me quiero dedicar a ayudar a otras mujeres y parejas a traer a sus hijos al mundo, creo que ese es mi lugar en el universo (¿muy tarde para encontrarlo a los 26 años?), siento la necesidad de dedicarme a ello, y no lo hubiera sabido sino hubiera parido a Itzcóatl.

Soy 100% pro parto piscoprofiláctico, en un sentido amplio de la palabra; por un lado lo más natural es lo mejor, es importante seguir los sentidos, creer en la sabiduría del cuerpo; y por otro lado estar bien informado, preparar cuerpo y mente, y tener confianza, no tener miedo, o al menos no mucho, sólo un miedo de incertidumbre y no uno paralizante.

Mientras estaba escribiendo esto me distraje buscando el significado diccionárico de la palabra psicoprofilaxis, y no lo encontré, pero encontré estos posts maravillosos, muy relacionados con lo que estoy diciendo.

(Estos blogs ya no estan en línea)
http://www.lacoctelera.com/andela/post/2005/12/22/a-quirofano-15-minutos-
http://www.lacoctelera.com/darius/post/2005/10/23/presentando-mateo
http://mx.geocities.com/vicmaah01/pequeno.htm

Una cosa que me hacen ver, aunque ya lo sabía pero me hacía la loca, es que somos muy afortunados, el Itzcóatl y yo (y X si se deja incluir en todo esto), y hace muchos días que quería escribir sobre esto, pero es tanto lo que hay que decir, es tanta alegría que se me sale del pecho, se podría decir eso que me gusta tanto de "¿quién causa tanta alegría?", que simplemente no terminaba por empezar, pero la cosa es que hoy llamé a Ana -mi compañera de batalla- porque se supone que hoy iríamos por un chocolate y una rebanada de pastel, pero en lugar de eso me atendió muy nervioso el teléfono un David, que no era él mismo, para decirme que ya estaban en trabajo de parto, qué emoción y qué extraña sensación me produjo también; y por otro lado, X, mi compañero, quien de verdad lleva ese título, no llegó a dormir, y el conjunto de esos dos acontecimientos me llevó por intrincados caminos de reflexión que hicieron que finalmente empezara esta nota pero no tan alegremente como esperaba hacerlo, pero al final cierto, sincero, quizá se aburran con tantas letras y aún más, se confundan con mis eternas digresiones, pero en fin, los que me conocen sabrán que puede ser peor, de todos modos gracias por acompañarnos en todo esto, siempre se sabe, hubiera podido hacerlo sin ustedes, pero eso no quiere decir que no los necesite (gracias, Marco, y todos los que aparecen en los agradecimientos), especialmente a X, no se si vas a formar parte de nuestra vida en el futuro, o cómo vayas a formar parte, pero la parte, esta PARTE, la del parto, la de antes, durante y después, ya es una gran parte, un cachote, algo que deja una profunda huella, una manera de caminar junto a mí como nadie supo antes, como nunca me había quedado tan bien, como el hueco perfecto donde quepa mi costado, no hay palabras en ningún idioma para expresar lo que me hace sentir, se puede parecer a la gratitud, pero es un sentimiento más completo que involucra el amor, y no alcanza un blog para agradecerte, como sea, gracias, gracias, no se puede decir de otro modo, gracias, flaquito, gracias.

domingo, junio 05, 2016

Día de elecciones

Todo se agolpa los domingos
y es tan fácil quererse morir.
Lo soleado se convierte en aguacero 
mi ser femenino se siente atrapado en un cuerpo por el que siento odio,
resulta difícil sentir otra cosa 
mientras sigue hinchándose 
y el hambre no para nunca.
Mi ser maternal esclavo al que se le suman las maternidades de otras
que sí son alguien, que hacen cosas,
que crecen, que aprenden, 
que hablan con otros adultos,
que son. Yo no.
Yo no soy nada,
la sombra de un compositor
que nada me deberá 
quedará la culpa de lo que hice mal
mi vida desechada

disecada
deshidratada

aún hambrienta
vacía de si misma, sin significado,
no se llena nunca,
no la llenan los chocolates o el café,
el gran potencial para todo y para nada,
un bloque de cemento, para sentarse....

Y mientras trato de redondear este nopoema me veo interrumpida por obligaciones maternales
y ya no puedo contin