martes, julio 09, 2019

Certificación como guía Montessori :: Semana 1, presentaciones (Bimestre 1)

El sábado pasado comencé la certificación de guía Montessori, el primero de cuatro módulos que maneja la asociación donde estoy.

Este fue un curso que me apareció como comercial en Instagram, seguro debido a mi búsquedas sobre este tema. Me ofrecieron una beca, según sobre el precio normal y me convencieron.

La metodología Montessori es un tema que me interesa mucho y considero que muchos elementos de ella pueden ser de gran utilidad en mi labor como maestra, especialmente de niños pequeños, pero no exclusivamente, ya que muchas herramientas me funcionan también para educar adultos, o, incluso adolescentes, si la situación se presentara.

Este es uno de muchos cursos que he llevado para obtener una certificación, es una dinámica a la que ya estoy acostumbrada y en la que reconozco ciertos patrones de comportamiento.

Debo decir que aunque los diplomas o certificaciones que se obtienen tiene valor curricular, y siempre aprendo mucho en los cursos, he tenido un montón de malas experiencias y decepciones sobre el nivel que tienen los maestros o exponentes en diferentes instituciones. 

Por más que trato de no llamar la atención sobre mi persona, casi siempre termino fracasando en ese intento, porque expreso mi opiniones con mucha autoridad, especialmente cuando se trata de derechos humanos, ya sea porque una maestra en un diplomado defendía que se podía "curar" a los homosexuales o porque se permiten expresiones que alientan la violencia en contra de las mujeres o los niños.

Aunque en general me considero una ignorante en casi todos los temas en lo que me interno a estudiar (por eso tomo los cursos) y esto me hace sentir tímida al estar menos preparada entre mis compañeras, que suelen tener más formación o acreditación en esos temas, termino argumentando y cuestionando, además de que participo mucho en clase, lo cual a veces se toma bien y en general se toma mal, por parte tanto de maestros como compañeros.

Soy así en parte porque así es mi personalidad, y en parte, seguramente por la educación que tuve en preescolar, primaria y secundaria en la escuela activa.

Hacer un comentario, resumen y reflexión de lo que voy a aprendiendo en cada semana de curso ha sido algo que siempre he querido hacer, al menos lo intentaré con éste, veremos cómo va avanzando la cosa y si logro sacar el tiempo para documentarlo todo.

En este primer día de clases tuvimos la experiencia clásica de inicio de cursos, muchas dudas sobre lo que va a ser, algunos llegando tarde porque no conocían el rumbo, indicaciones técnicas, prácticas, financieras, la manera de evaluar y las presentaciones. Estas interacciones me causan mucha ansiedad, así como también algunas exposiciones de los maestros en muchas clases cuando hay poco contenido, me aburro intensamente, mientras mi mente quiere correr, me veo obligada a frenarla, es muy desesperante. 

Hay una serie de métodos que uso para tratar de mantener la calma, si el entorno lo permite a veces tejo. Si olvidé preveer la situación dibujo, si lo recuerdo llevo hojas para colorear o hacer sodokus. En todos los ámbitos de educación para los adultos en que he estado en general está mal visto hacer cualquiera de estas cosas, debo ser discreta. La actitud ante esto es que me estoy distrayendo en lugar de poner atención y “respetar” al maestro o exponentes. Lo cierto es que, en realidad, estas actividades me permiten poner más atención e ir tomando notas cuando, de pronto, dicen algo relevante, ya que, especialmente las primeras clases, tienen poco contenido. 

Entre mis compañeras había varias licenciadas o maestras en temas de pedagogía o educación y el resto eran profesionales de otras áreas. Esto siempre me intimida, ya que yo no poseo un título universitario (y estoy escribiendo esto ahora mismo en lugar de mi tesis). Una de las maneras en que suelo contrarrestar esta sensación es siendo siempre muy abierta acerca de mis carencias, diciendo que aún no hecho la tesis de la licenciatura que estudié. Por ejemplo, cuando me presento como maestra de violín siempre hago énfasis en que soy sólo una principiante en la música y no tengo una licenciatura en esa área, aunque procuro también hablar de alguna cualidad mía, como por ejemplo, que soy muy buena maestra, ya que los resultados de mis alumnos son muy buenos, aún cuando mi formación pedagógica no sea formal. Algunas personas cercanas a mí opinan que expresarme de esta manera sobre mi misma suena mal, como que reflejo que soy pésima o que siento pena por mi misma, esto me resulta muy confuso porque son sólo hechos muy objetivos en mi opinión, como el hecho de que no leo música con mucha fluidez o que algunos éxitos que tengo con mi alumnos son “accidentes” o resultado de la experimentación, ya que incluyo elementos de diferentes fuentes, de entre mis investigaciones constantes sobre la educación o el desarrollo infantil. 

Además suelo usar elementos de cursos no relacionados. Por ejemplo, tomo elementos que me enseñaron en el curso “Teacher Training Course” (que tomé en el Anglo el año pasado con cierto reconocimiento de Cambridge pero sólo válido en México) para dar clases de preescolar. Uno de los aspectos que nos querían transmitir es que las personas (incluidos los adultos) aprenden de diferentes maneras; visual, auditiva, kinestética, o una combinación de ellas. Por lo tanto es indispensable considerar esto en cada clase e incorporar las tres maneras en forma en que exponemos los temas. Personalmente detesto que me hagan pararme de la silla en una clase y moverme por el salón, pero ahora siempre lo incorporo porque entiendo que es una necesidad para cualquier grupo de alumnos, especialmente para los niños de mis clases que ya están cumpliendo 3 años, ellos necesitan moverse para poder concentrarse (o esa es mi interpretación), y por eso alterno las actividades de sentarse y moverse durante toda la clase.

Finalmente, ya para cerrar este artículo que tan largo se hizo, debo admitir que soy muy exigente, especialmente conmigo misma, y por tanto no se me facilita tanto estar apuntando los logros, sino más bien, los errores. Trabajo mucho con esto para alentar mucho a mis alumnos y sus mamás, pero es algo que me cuesta trabajo también con mi hijo, quien me acompaña a dar las clases y trabaja a la par mía como maestro de nuestros alumnos.

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