domingo, septiembre 29, 2019

Donde estoy ahora

Estoy en la cocina, escribiendo esto en lugar de ponerme a estudiar, aunque precisa.

Estoy enojada y frustrada, llevo todo el fin de semana tratando de mejorarle el ánimo a mi hijo luego de que su "papá" nuevamente hiciera una de sus movidas defraudantes y de que la psicóloga la cagara y no lo admitiera. No he tenido un éxito total, como es de esperarse.

Como todos los domingos a esta hora estoy harta y desesperada. Hoy si hay agua, pero toda la semana se ha ido por las noches o a veces a pleno día, a las 4 o así, todas las veces, una vez que el agua se acaba, no habrá sino hasta el día siguiente, en algunos casos, puede escasear por días sin previo aviso, nunca se sabe.

El miércoles pasado asistí a mi clase de violín sin haber estudiado nada, desde el viernes anterior. Mi maestra es dulce y agradable, pero estaba profundamente molesta, podía notarlo, mientras yo batallaba terriblemente con la lectura a primera vista de los ejercicios. En un momento me pidió que le diera alguna explicación. Nunca se que decir en una situación así, todo suena a pretexto, pero a la vez me siento muy frustrada de que nadie de verdad pueda siquiera imaginarse cómo es mi vida.

Un día como hoy me levanté tarde, a las 11:30, tratando de recuperar el sueño perdido durante la semana. A las doce ya estaba preparando café y desayuno, puse un par de lavadoras, serví de comer, lavé platos sucios que se habían ido quedando en la semana, como tópers que no tenían nada perecedero, quizá algunas boronas, pero no tuve tiempo de lavar antes. No logré sacar la ropa antes de que amenazara la lluvia así que hubo que tenderla dentro de casa, rellené el filtro, hice 3 litros de concentrado de jamaica para la semana, limpié el refrigrador, barrí la cocina, tuve que trapearla completa porque se rebalsó el agua que salía de la lavadora y desemboca en el fregadero, ayudé a mi hijo a preparase gelatinas, hice dos litros de coulis de fresas y moras, preparé vasitos de yogurt con fresas para mañana, hice sánwiches a la plancha, preparé elotes con mayonesa y queso parmesano rallado y serví caldo de pollo, todas estas cosas para evitar oportunamente que se fueran a echar a perder. Limpié esquinas tenebrosas llenas de arañas y bichos, lavé ollas una y otra vez, reorganicé los alimentos y los tópers secos, separé la ropa para las lavadas, lavé jergas y trapos, tallé algunas cosas a mano, hice bolsas de basura, desarmé cajas, organicé algún material que puede usarse en las clases que doy, revisé la cantidad de alimentos que hay e hice notas mentales sobre lo que hace falta comparar, no tuve tiempo de ir al super, y a las 8:45 pm, cuando me metí a bañar me di cuenta de que no había parado ni un minuto desde las 12 ni para mirar mi celular ni para ir a mear ni para nada. Ni si quiera se bien qué fue todo lo que hice y si no hice nada del todo, sólo se que aún no he estudiado violín esta semana, ni tengo al dedillo las progresiones armónicas que me revisarán mañana en la clase, que peleé con mi hijo y me siento horrendo por haberlo hecho, que debo estar agradecida de que me pude bañar tan tarde por que ayer no tuve la oportunidad por falta de agua y tuve que sentirme sudada y asquerosa todo el día.

Entonces, cuando la maestra de violín me dice que porqué no me organizo y decido un tiempo para estudiar violín aunque tenga que dejar platos sucios un rato, o cuando el maestro de ensamble me dice que porqué no me preparo unos topers con comida para que me de tiempo de comer antes de su clase, la verdad no se qué decirles. Sólo pienso en el desasatre que resulta de "dejar los platos" y no poder lavarlos hasta el día siguiente y cómo eso hará que aumente la población de mini cucarachas contra las que lucho diario. Sólo pienso ¿quién y a qué hora va a preparar esos topers?.

Y si, estoy contenta y agradecida, esto contenta de que mi hijo pueda estudiar materias de la licenciatura en una escuela en donde el 80% de los maestros los tratan con respeto, estoy contenta de tener tanto trabajo que ahora yo también puedo estudiar materias de licenciatura en composición musical con maestros que en general no me humillan como los anteriores, los de la escuela pública.

Tengo un salón para mí donde tengo mucho de mi material, en lugar de ir cargándolo en la espalada tres veces por semana. En general las mamás que llevan a sus hijos a nuestras clases aprecian nuestro trabajo.

Pero aún me siento profundamente incomprendida, cansada, harta.

Resiento comentarios que sugieren que tal vez el trabajo que mi hijo hace es sólo opcional y poco significativo, cuando las 7.5 horas semanales que trabaja junto a mí, son las que permiten que tengamos el proyecto que permite, a duras penas, pagar nuestra formación.

Hace un año esto hubiera sido impensable. Pero aún así es súper dificil. Y estoy muy sola en todo ello, siempre teniendo que sentir que mi trabajo no es valioso, no nos toman en serio ni los músicos ni nuestros parientes cercanos, y no, no creo que sea un asunto de simplemente "madurar", que es porque no soy un adulto de verdad que sigue afectándome que no me apoyen ni estén orgullosos de mí, o que me den algún tipo de reconocimiento profesional, de los aproximadamente 42 alumnos que tendremos, al menos un 90% los conseguí yo, con mi manejo de los proyectos y su promoción, con mi trabajo, no fue la institución la que los obtuvo. Nuestro ingreso es poco y de ninguna manera eso hace que el proyecto refleje eso, siempre estamos innovando y dedicándonos a nuestros alumnos.

Es difícil tomar un camino distinto del tradicional, luego parece que nu tienes derecho a quejarte de nada porque tu elegiste ese camino.

En fin, que aquí estoy y ya me voy a practicar el violín lo más bajito que pueda y con sordina, para que después la maestra me diga que no toco con suficiente volumen, es lo que hay, es lo que queda. Es un regalo del universo.


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