miércoles, noviembre 20, 2019

Miedo de leer


Tenemos muchos libros, si. Somos ávidos lectores, si. Sin embargo, tal vez nadie sospecha, que nos aterra leer. Al menos a mí. Una de las razones por las que no siento que me haya ganado mi título universitario (que no tengo igual porque no he escrito mi tesis), es porque siento que pasé la carrera de noche. No podía nunca leer al ritmo que todas mis compañeras inteligentes. No entendía cómo hacían, y es que, probablemente, nunca lo iba a lograr, no sólo porque la carga de lecturas a veces era realmente excesiva, sino porque tengo problemas de aprendizaje. Ya sea por autismo, asperguer, dislexia o déficit de atención, me cuesta enormemente leer, aunque me gusta, aunque amo los libros, aunque siempre estoy hablando de libros, los llevo en la mochila y hasta en el kindle reader del celular, los recomiendo y todas las actividades didácticas que diseño para mis alumnos nacen de algún cuento para ellos; me cuesta, mucho.


Por eso me causa enorme incomodidad cuando alguien me toma por lista, conocedora, o piensan que he leído todos los libros que tengo en casa. Siempre hay comentarios así y yo contesto con alguna sonrisa chueca y cambio de tema. No, no he leído la mayoría de los libros que tengo, de momento no puedo dedicar mucho tiempo a ello. Si, sigo adquiriendo libros, algunos para mis alumnos, otros porque nos pueden llegar a servir o porque alguien ya no los quiere, aún me queda tiempo, ya los abordaré, no hay prisa.



Agradezco mis, digamos, dificultades de aprendizaje, porque me permiten ser mejor maestra, o al menos estar pendiente de más cosas y buscar más métodos y técnicas para enseñar. Pero a veces es horrible y grito como una loca llorando estrepitosamente en la cocina luego de copiar por tercera vez el coral de armonía y aún seguir cometiendo errores, confundiendo claves y notas que están en una raya o en otra. Es difícil, nunca da tregua, es difícil todos los días y los maestros no lo entienden. Seguimos adelante.


En fin, que terminé al fin ese libro de pequeños monólogos sobre personajes de la Edad Media, lo recomiendo muchísimo, está divertido e informativo, excelente material para trabajar con adolescentes. Y sí, apenas estoy seriamente tratando de leer el libro de Coopland que debí leer hace mil años, o 19, cuando lo compré por primera vez por recomendación del maestro de música en la carrera de teatro, va lento y un poco difícil pero va.

Ya se respira la navidad y con ella, las ganas de pasar metido en la cama todo el día e hibernar.

Pásenla lindo y salven el semestre, si pueden, yo lo intentaré.


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