sábado, mayo 06, 2017

¿Quienes son nuestras abuelas?

El otro día hablé con mi madre por teléfono, a veces se extiende mucho sobre cosas cotidianas que hacen la llamada de larga distancia costosa, no le gustan mucho las teconologías, así que es mejor por teléfono.

Esta vez ella necesitaba hablarme de cosas que le estaban lastimando, primero pensé que yo la había cagado, pasa con cierta frecuencia, de forma involuntaria, quizá porque tengo muchas cosas pendientes sobre mi infancia, a veces me salen cosas hirientes, cuando en general trato de ser respetuosa y retraída.

Parece que esta vez la causa era otra más recurrente, me duele y molesta que le hagan pasar malos ratos, porque siempre fue una madre responsable pero más que nada porque ahora se más sobre las dificultades que pasó, algunas similares he tenido que vivir, las de los apuros económicos y la falta de apoyo que nos enloquecen y neurotizan en contra de nuestros hijos.

Entonces le conté sobre algo que le había dicho a mi hijo la noche anterior. He estado hablando mucho con él sobre lo limitante que es ser mujer y -aún peor- ser madre.

¿Se acuerdan cuando nos preguntaban en la primaria "qué es (o que hace)" tu papá?, es decir, cual es su profesión, oficio u ocupación, no lo preguntaban tanto sobre las madres y menos sobre las abuelas, porque, ¿qué son nuestras abuelas?; ¿médicos, enfermeras, maestras, abogadas?, no, la mayoría no lo son, son abuelas, sólo abuelas, lo que se traduce en señoras que estan en su casa haciendo de comer y sirviendo a todo el que está emparentado con ellas. Es alienante y triste. No tuvieron oportunidad de saber quienes eran ellas o qué les gustaba, su capacidad de desición sobre sus propias vidas se limita a elegir lo que ven en la tele.

¿Y nuestras madres?, ¿tuvieron esa oportunidad?. La mía no, luego de quedar embarazada por primera vez a las 19 y por última a los 36, pasó por varias carreras y finalmente, con más de 40, se graduó, pero aún hoy, casi 37 años después de convertirse en madre por primera vez sigue rigiendo su vida por el eterno servicio que es la maternidad y ya no le quedan ganas ni tiempo de buscarse a si misma y descubrir cual era su camino.

Yo reviento de rabia cada día que no tengo tiempo para estudiar el violín, pero he tenido muchas más oportunidades que ella y aún me queda tiempo para buscar mi camino.

Le dije a mi madre que sus oportunidades le habían sido negadas y que era injusto, y que nadie tenía derecho a tratarla mal y que lo había hecho muy bien como madre, y en cierta forma, después de 22 años de no vivir con ella, me recocilié con ella como mujer, y me dió mucha rabia que lo que hizo bien a pesar de las terribles dificultades no sea apreciado por nadie, y que le hayamos robado su vida junto con todo el patriacado.

Tenemos que pensar como hacemos para que esto no pase más a ninguna mujer en ninguna parte.

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