Desde que llegamos mi niño vió la caminadora de su abuelo, y quiso subirse, lo le dije que no podía, pero como suele ser con estos niños listos (es decir cualquier niño), él sabía más, y ya la dominó, le encanta, apenas despertó fue a hacer ejercicio y quería interrumpir la hora de la comida para ir.
Y claro, no fue casulidad que esta posición que nunca podía hacer en México, de la que me caía constantemente no me costara ningún trabajo, balance, estamos en balance.
1 comentario:
A todo dar Chili!
Ese balance al que siempre andamos correteando, hay que disfrutarlo todo ese maravilloso tiempo que nos dure, enhorabuena, buenas vibras y muchos abrazos!
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