Creo que es un síntoma de los treinta la falta de intensidad, al menos así es mi vida ahora, a ratos una especie de pasmo en el medio de un lago como plato, sin niguna alteración de las aguas.
No es que quiera los dramas adolescentes, o el corazón destrozado colándose por hueco de la ventana con el aire helado.
Es agradable está más centrada en mis intereses, en el desarrollo de las ideas, en el oficio propio.
Y el amor de mi hijo, es tan fuerte pero suave, no contiene la agitación de las pasiones, y eso es bueno, pero ¿a dónde se fueron ellas?
Lo peor será no saber siquiera si las extraño, pero recuerdo que tenían buen sabor.
Al menos me siento libre, un poquito a cada vez, saliendo de la cárcel de mi propia cabeza, y hasta me sorprendo.
2 comentarios:
Uff. No sé si sean los treinta. Lo cierto es que los años van dando una cierta paz de espíritu. Al menos a mí me ha pasado. Y creo que el tema no es que no haya grandes pasiones, si no que las pasiones llegan de otro modo, en otra frecuencia. Quizás ya sé que no necesito pensar que voy a cortarme las venas para vivir algo intensamente. Lo vivo y ya está.
En cualquier caso, cuando menos lo piensas, la vida te da una vuelta.
Un abrazo.
Pues disfrutaloooos!
Para mí han sido la mejor de mis épocas...
Yo acepto mi edad con gusto pero las canas pues me las pinto... jijiji... ya en los 50s pensaré en dejármelas jeje
No, en serio, solo puedo decirte que los años se van como agua, así que vívelos como vengan... lo más contenta que puedas...
(Leíste mi ultimo mensaje inbox en facebook? ojalá que puedas responderme...)
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