Una tarde lo visitamos, un poco apurados, pues tenía que volver a dar clases por la tarde.
Nos encantó, a los dos.
Varias cosas nos llamaron la atención, la cabeza olmeca sonriente, los juguete mayas, las mujeres con las manos en el vientre señalando su fertilidad, la figura de un anciano con un niño (¿abuelo-nieto?), los sellos, las deformaciones estéticas del cráneo.
Y claro, la librería.
Y luego nos comimos unos tradicionales bocoles y salpicón de jaiba., mmmm.
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