Pero aún peor es no obligarse a dar una explicación y disculparse.
Identifiquemos de dónde viene lo que no pone a actuar de cada manera, al menos reconocerlo frente a nuestros hijos es útil.
Querido hijo:
Quiero que sepas que me doy cuenta de que me equivoqué con todo lo que te dije acerca de los miedos que tienes.
No voy a dejar de llevarte con tus amigas por esta razón.
Que comprendo que ahora estás pasando por un momento difícil, pero que puedes estar seguro de que te voy a ayudar a superarlo, que lo vas a superar y que yo te voy a acompañar en todo momento.
Quiero también que sepas que yo también he tenido miedo de cosas que no son verdad y que aún siendo grande tuve que dormir con la luz encendida algunas veces.
Enojarme contigo y decir que tu miedo me afectaba fue muy egoísta y espero que puedas perdonarme.
Te amo con todo mi corazón.
Gracias por ser mi hijo.
Mamá.
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