Retomo este post casi tal como lo escribí el 18 de agosto de 2006
Fue para mí maravilloso, y al mismo tiempo desconcertante, si bien he 
dicho muchas veces que éste (el de dar a luz) es un proceso que -como 
muchos otros- tiende a no ser diefrutado por la falta de información, en
 gran parte; y que el acceso a la información puede hacer la diferencia;
 en mucho porque la mujer sabe qué esperar; para mí no fue así al fin y 
al cabo; es decir, no sólo no fue como esperaba, sino que eso me hace 
sentir un poco derrotada.
Es decir, fue maravilloso, increible, y 
Itzcóatl y yo tuvimos un proceso exitoso (qué horror sueno como cierto 
barbón que conozco) en el sentido de que ambos estamos sanos, y hasta 
cierto punto no hubo contratiempos, bueno quizá contrantiempos sí, pero 
no complicaciones, y por ello estoy eternamente agradecida, pero no 
conmigo, no me siento bien cuando me felicitan por mi valor, por 
supuesto que el problema puede ser más de fondo, estructural, ajeno a la
 experiencia de parir sino inherente a mi manera de ver el mundo, pero 
de cualquier forma no termino de sentirme compeona de una batalla, 
orgullosa y presumida, con el pecho inchado, flamante, etc., etc., etc.,
 sino simplemente sobreviviente de un proceso increíble, en el cual 
muchas mujeres eligen pasar anestesiadas, y yo no (aunque estuve a punto
 de rendirme), como llevan haciéndolo todas la mujeres durante siglos y 
lo siguen haciendo en muchas culturas. No veo el valor de haber pasado 
por algo que no podía detener de cualquier modo, ¿así cómo saber si me 
hubiera rajado?, en fin, la idea no es transmitir mala vibra, simplemente
 empecé con la parte de todo ello que no me resultó gratificante, un 
poco de reafirmación de parte de aquellos que realmente me importan o 
quiero, supongo que hubiera ayudado, pero nunca se puede resolver por 
fuera lo que está mal desde adentro.
Por otro lado, he de decir que 
esto me ha cambiado la vida, y no en el sentido de que tener un hijo te 
cambia la vida (es decir, es cierto que tener un hijo te cambia la vida,
 pero no es a eso a lo que voy), al punto que siento que el rumbo de mi 
vida ha cambiado, se redireccionó, y me encontré en lo que me apasiona 
más que otra cosa, es peligroso decirlo porque puede ser que no tenga 
éxito (al más puro estilo de mi jefe) en esta empresa, pero me parece 
que al fin he llegado a algo escencial; creo que le estoy dando tantas 
vueltas que nomás enredo; me explico: el proceso del embarazo y parto me
 parece tan maravilloso que no sólo quisiera tener otro (¿u otros?), sino
 que me quiero dedicar a ayudar a otras mujeres y parejas a traer a sus 
hijos al mundo, creo que ese es mi lugar en el universo (¿muy tarde para
 encontrarlo a los 26 años?), siento la necesidad de dedicarme a ello, y
 no lo hubiera sabido sino hubiera parido a Itzcóatl.
Soy 100% pro 
parto piscoprofiláctico, en un sentido amplio de la palabra; por un lado
 lo más natural es lo mejor, es importante seguir los sentidos, creer en
 la sabiduría del cuerpo; y por otro lado estar bien informado, preparar
 cuerpo y mente, y tener confianza, no tener miedo, o al menos no mucho,
 sólo un miedo de incertidumbre y no uno paralizante.
Mientras estaba
 escribiendo esto me distraje buscando el significado diccionárico de la
 palabra psicoprofilaxis, y no lo encontré, pero encontré estos posts 
maravillosos, muy relacionados con lo que estoy diciendo.
http://www.lacoctelera.com/andela/post/2005/12/22/a-quirofano-15-minutos-
http://www.lacoctelera.com/darius/post/2005/10/23/presentando-mateo
http://mx.geocities.com/vicmaah01/pequeno.htm (este enlace ya no funciona)
Una
 cosa que me hacen ver, aunque ya lo sabía pero me hacía tonta, es que somos 
muy afortunados, el Itzcóatl y yo, y hace muchos días que quería escribir sobre esto, pero es tanto 
lo que hay que decir, es tanta alegría que se me sale del pecho, se 
podría decir eso que me gusta tanto de "¿quién causa tanta alegría?", 
que simplemente no terminba por empezar, pero la cosa es que hoy llamé a
 Ana -mi compañera de batalla- porque se supone que hoy iríamos por un 
chocolate y una rebanada de pastel, pero en lugar de eso me atendió muy 
nervioso el teléfono un David, que no era él mismo, para decirme que ya 
estaban en trabajo de parto, qué emoción y qué extraña sensación me 
produjo también.
Quizá se aburran con 
tantas letras y aún más, se confundan con mis eternas digresiones, pero 
en fin, los que me conocen sabrán que puede ser peor, de todos modos 
gracias por acompañarnos en todo esto, siempre se sabe, hubiera podido 
hacerlo sin ustedes, pero eso no quiere decir que no los necesite 
(gracias, Marco, y todos los que aparecen en los agradecimientos).
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