El 27 de noviembre del año 2000 abrí la puerta a una nueva parte de mi vida, fue así como empezó mi vida univeristaria en la UNAM, la que siempre admiraré y sentiré mía.
Eso fue hace casi 11 años, lo celebro.
Muchas cosas pasaban por esas épocas, entre otras acababa de terminar de manera abrupta la huelga que tan importante fue para los de mi generación y que tantos experiencias amragas pero también de solidadaridad tiñó para siempre a mis contemporáneos.
Yo tenìa poco más de un año de haber llegado a México, ya había celebrado dos cumpleaños en mi patria y creía saber tanto de la vida a los 20, claro que eso me da risa ahora y más risa me dará después.
Pero aunque las mareas de mi emociones me dominaban entonces mejor que ahora tampoco soyun lago hoy.
Ese día de noviembre salí temprano de mi casa en el Cerro de la Estrella en la delgación Itztapalapa, pero aún así llegué tarde al a primera lección, sentí que 30 pares de ojos me atravesaban cuando interrumpí la clase de Investigación Documental. Aún así m e atreví a sentarme en la primera fila. Junta a mí había una chica con el pelo de varias tonalidades, verdoso, azuloso, rojo; me pareció rudísima y admirable. También había otro par de ojos, más tímidos pero más grandes, y esos eran los que iban a cambiar mi vida.
Porque mi comadre del corazón me ha hecho reflejo todos estos años y graicas a eso he podido mantener una punta del pie en la tierra apenas rozando, gracias a tener una amiga en la que puedo verme y saber que al menos hay otra igual que me entiende, supongo que es lo más cerca a tener una hermana.
Quizá lo que escribo hoy es un enredo, es choro y no dice nada claro. no es interesante ni poético, pero quiero señalar el salvavidas que me ha mantenido a flote en tantas tormentas, la extraño tanto, y sin embargo sigue ahí, al alcance de la mano, si la estiro bien.
Gracias mana.
2 comentarios:
Que padre post!
Gracias Brizia.
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