domingo, mayo 21, 2023

La pérdida de la amistad


Las pérdidas me resultan muy difícil de procesar, y esto no me hace distinta a muchas personas neurotípicas (es decir la mayoría de las personas, con un cerebro con conexiones como las de las mayoría de las personas), pero desde mi manera de vivir neurodiversa, las cosas que vivo son distintas.

Hasta ahora no tengo un diagnóstico de autismo o asperger, sin embargo me reconozco en ese espectro desde hace mucho tiempo. Este asunto ha implicado mucho dolor para mí, porque continuamente he recibido comentarios muy agrios de profesionales de las salud mental y otras muchas personas que piensan que yo quisiera ser autista para llamar la atención, por hacerme la interesante, para recibir medicamento psiquiátrico, porque está de moda, etc. No ha sido divertido vivir siendo distinta a los demás, comprendiendo el mundo de manera diferente a otros sin siquiera saber porque era diferente, que había otras personas como yo, y que la mayoría eran distintos y que esa era la razón por la que resulta tan difícil entenderlos, contrario al mito que se difunde sobre los autistas, muchos sí tenemos un intenso deseo de integrarnos, de tener amigos, de formar relaciones afectivas.

En el proceso de vivir con otros y sobrevivir sus maneras de socializar y especialmente en las experiencias académicas (y más tarde las laborales), las personas no neurotípicas, tenemos que hacernos de diversas estrategias y métodos -algunos de ellos muy dañinos para nosotros-, para "pasar desapercibidos" con nuestras diferencias, y cumplir con todas las demandas de la vida social.

Las mujeres solemos ser más eficientes ocultando nuestros razgos de autismo, por lo que es mucho más común que no contemos con un diagnóstico, también porque muchos de los protocoles de la salud se llevan a cabo tomando en cuenta cómo se manifiesta la condición en los hombres solamente, sin considerar cómo podría ser distinto para las mujeres.

Una de los cosas que me suele ocurrir es que no entiendo bien la dinámica de los chistes y las bromas, es verdad que a menudo me resultan ofensivas, pero al ver que es una situación en la que parece que todos se están divirtiendo mucho, eso me hace tener muchas ganas de participar, sin embargo, con frecuencia mis chistes no son como los de los demás, por más que llevo toda una vida estudiándolos desde un punto de vista racional y tomando notas mentales. Para mí es claro que no tiene ninguna lógica en realidad, se vale hacer bromas altamente ofensivas, pero hay temas con los que te debes meter, por ejemplo pudes decir cosas denigrantes sobre la supuesta sexualidad de la persona mientras que no te metas con comentarios basados en la realidad sobre su desarrollo académico. 

Es para mí difícil salir a la calle, hay muchos aspectos de la vida diaria que me causan estrés, sobreestimulación, ansiedad, etc., en este sentido la simple vida diaria resulta en violencia y casi tortura psicológica para mí. Es mucho peor en el salón de clase, donde, hay un serie de reglas hechas por neurotípicos que no tienen mucha lógica y están pensadas sólo para ellos y que no toman en cuanta para nada a personas distintas a ellos, además argumentan que son obvias y lógicas, lo cual me suele hacer sentir estúpida.

Tengo la fortuna de tener ciertas inteligencias que me han ayudado a sobrellevar todo esto, y obtener buenas calificaciones en general, pero al mismo tiempo, todas estas dolorosas adpataciones, juegan en contra de mí misma, porque cuando quiero expresar mi dificutad con algún aspecto del proceso de aprendizaje normalmente soy ignorada, las respuestas van desde no decirme nada, a decirme que esfuerce más, que todos pueden hacer eso, que es obvio, etc.

Cada cierto tiempo tengo también problemas en mi vida social, porque las personas dicen que soy muy agresiva o hiriente, incluso llegué a perder a todas mis amigas durante el segundo o tercer año de la carrera de la UNAM cuando tenía unos 22 años. En general no entiendo lo que está ocurriendo y aunque puedo reconocer mis comentarios quizá pasados de tono, no puedo diferenciarlos en intensidad de otros que los demás dijeron o me dijeron que me parecieron enormente hirientes.

Cuando esto pasa suelo perder amigos, y eso es una enorme pérdidad para mí. Me causa un dolor casi físico, vergüenza y casi odio hacia mí misma. Lamento haberme abierto a la interacción, especialmente porque a cada momento de mis relaciones con los demás estoy haciendo grandes esfuerzos (algunos me salen naturales, una hiperempatía y otros son forzadízimos, pero sé que son esperados socialmente) por ser una buena persona y una buena amiga. Tengo muy arraigado que mi único valor consiste en ser buena y a cada momento me esfuerzo por serlo y me reviso para ver si lo estoy logrando. Todo esto es, por supuesto, emocioalmente muy agotador.

Al final me quedan algunas pocas amigas que me comprenden (o tal vez me toleran) y los procesos de pérdida que me atormentan hasta las lágrimas por semanas enteras seguirán ocurriendo seguramente durante toda mi vida. Yo procuro mejorar cada día y disculparme de lo que hago y etcétera, o de reprimirme al máximo en mis interacciones sociales, pero no estoy muy segura de si podré o querré cambiarlo. Esta situación me atormenta enormemente y me hace sentir mala persona.

En cuanto a los procesos académicos hay mucho que podría decir y mucho que los profes podrían hacer por tener aulas más incluyentes que ni si quiera implican enormes cambios necesariamente, quedo siempre agradecida con los maestros que por cualquier razón son más felixibles y comprensivos.    

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Que esfuerzo tan grade hacer para tener una vida “normal” posible, efectivamente deberíamos ser más consientes del mundo de posibilidades mentales.

Spinch dijo...

Gracias por ser una fuente confiable de respuestas a nuestras preguntas más intrigantes. ¡Estamos agradecidos por tu sabiduría!