Nuestra Casualidad
Yo creí que verte iba a ser más sencillo,
que sólo vería tu piel y cerraría los ojo para darle paso a la memoria,
y, -dos pájaros de un tiro- pegarle una pedrada a la melancolía.
Y, sin embargo, me empezó a invadir la ansiedad;
al principio no, pero vino paulatina y avallasadora.
Casi destructiva, bajo la única insinuación amistosa
de almorazar a menos de medio metro,
lo gestado se basta para seguir llenándose.
Y ahora la ansiedad será mayor,
porque sólo habrá una vez más,
y después la casualidad se portará malcriada, traicionera y moralista.
Y no quiero, hermoso ser,
que te conviertas en ansiedad,
porque espero cierta perdurabilidad en esto
aunque sea roto.
Se que la ansiedad perdurará,
pero estoy feliz al pensar en ese día,
esa día en que la casualidad era mi amiga,
y vos también,
y por un rato,
sólo estábamos nosotros.
segundo semestre del 98
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