Mi hijo y yo somos muy cariñosos, no se decir si él venía así al mundo, o yo colaboré para que fuera así o quizá, un poco de los dos.
Pero nos decimos dulzuras todo el día y nos hacemos sorpresitas.
Por ejemplo el me escribe cartitas, o yo a él y se nos las dejamos por ahí para descubrirlas.
Claro que eso no quiere decir que nuestra casa es pura armonía, hay problemas, enojos, y cosas que no están bien pero que no veo el sentido de relatar ahora mismo.
Pero creo que estas pequeñas sorpresas nos ayudan justo cuando más hayamos estado peleando o enojados, puede ser tan simple como un corazón que diga te amo o una girnalda de corazones, si a mi hijo le gustan los corazones, o una manera bonita de presentar la comida de siempre.
Otro momento en he notado que es importante ofrecer esa reafirmación, es cuando no he podido dedicarle mucha atención, por ejemplo cuando he estado muchas clases y el necesita atención pero no se la puedo dar, entonces hago algo también para él, como un pañuelito ultra cursi que hice en un momento durante una clase den Xalapa el mes pasado.
Creo que son pequeños detalles que pueden ser muy significativos para ellos y fortalecen nuestra relación.
Pero creo esto porque considero que los niños no están "haciendo las cosas para llamar la atención" como algo malo que hagan, creo que si piden atención la merecen, porque están aquí para que los amemos, protejamos, acompañemos, no para hacernos la vida difícil y manipularnos, como muchos sugieren.
A veces es un camino difícil, pero yo encuentro que las dificultades no están en la posibildad de darle mi atención a mi hijo, sino que, carezco del tiempo y paz mental necesarios por estar pensando en ganar dinero, y mil presiones externas. Esos elementos son los que ma hacen estar enojada y reaccionar mal cuando el me pide más tiempo, o que le lea un cuento o jugar, y puede ser que entonce le grite o le haga una mala cara, por eso me parece importante reconocer que en realidad no estoy enojada porque me desagrade jugar, sino porque no puedo hacerlo, desearía hacerlo y pienso que él merece que lo haga en ese instante. Y la manera en que abordo estos problemas es explicándoselo, después, con calma, como somos una familia con algunas dificultades y yo estoy preocupada por esto o el otro, pero que el está bien, que no hizo nada malo, que no debí gritarle, que me equivoco.
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