Pues no esta noche, vengo a quejarme porque estoy hasta la madre.
No todos ustedes lo saben, pero llevo un mes sin agua, ya se que otros en la ciudad están parecido, pero muchos no lo están, en la Condesa, en la Roma, la Nápoles, Xochimilco y hasta Santo Domingo parecen estar mejor que la colonia del Valle; en mi edificio el administrador decide arbitrariamente cúales son las mejores tres horas del día para abrir la llave y mientras ni una gota, obviamente nunca alcanzo la de 6:15 a 7:15 hrs., a veces tampoco la de las 14-15, y sólo me queda la de las 20-21. En esta última semana le ha dado por abrirla tarde y cerrarla puntual.
Hoy empezaron los cortes largos de luz.
Pero no sólo eso, al vecino de arriba que vive en el lado opuesto del edificio se le ocurrió dejar la llave de la cocina abierta, y durante casi una hora se estuvo tirando y acumulando el agua, se salió por debajo de la puerta, se chorreó por todas las esacleras y el elevador y además...
se filtró al techo de mi taller, donde tengo mil cosas en el piso y formó una asquerosa mancha en el techo, cuando llegó subí a reclamarle y no admitió responsabilidad alguna aludiendo que en ese momento no tenía agua y que él esta en el lado contrario del edificio, en-can-ta-dor.
Así que despues de sortear los cortes de luz y reescribir esta entrada, vengo a quejarme de nuevo, lo siento, pero todo esto esta de tortura piscológica, y yo que ya me quiero ir.
Es verdad que muchas veces pienso que no me quiero ir, acá están mi seres queridos de siempre y dos tres cosas que me gustan de México, que es lo único que identifico como origen, pero por otro lado basta con pasar la puerta de mi casa para toparme con los vecinos estirados (y panistas) que me miran con desprecio, atrevesas un asqueroso olor en la calle, gracias a los puestos insalubres que ocupan el 90% de la banqueta y tratar de cruzar la calle en la que el peatón nunca tiene la vía para acordarme de porqué me quiero ir; hoy no fue necesario abrir la puerta.
Ya pues, y entrados en la onda de quejarse contaré más:
1. Hoy estaba sentada enuna banca del Jarocho tomando un café horrible (¿porque lo hice de nuevo si ya se que es el más ácido del mundo?) y de cuando en cuando llegaba una oleada de olor a meados, intensa, pero nadie parecía molestarse y de hecho seguían acechando las bancas a ver cual se desocupaba antes.
2. Ahora estoy en medio de una tortura que significa apostillar el acta de nacimiento de mi hijo para poder registrarlo como costarrricense (no sin antes pasar por la tortura de rectificarla, gracias a una desgraciada funcionaria que decidió cambiarle un dato porque no hubo reacción mía a su la colaboración es a su consideración), es caro (porque tiene que pasar por tres entidades de gobierno que se llevan su jugosa rebanada en decir que sí, es un acta de verdad) engorroso e implica meterse en colonias tenebrosas de la ciudad, es casi como una película de Juan Orol.