Hicimos la visita de rigor al Zoológico, que es muy bonito a pesar de que también sea un lugar muy triste.
Me llamó la atención que Itzcóatl recordaba su última visita de hace más de dos años en la que se entristeció al ver el Rinoceronte, porque decía que estaba triste, y eso mismo recordó esta vez.
No cesa de sorprenderme la memoria de mi niño, es increíble.
Otra cosa que me pareció curiosa es que ese día había muchísima gente de cierto grupo indígnena, me parece que Mazahua, estaban por todos lados, los mayores con sus trajes típicos y los más jóvenes no, pero todos hablando su lengua, me gustó ver y escuchar eso.
Por otro lado el zoológico siempre tiene un airecillo de intimidad. Hemos ido muchas veces el pillo y yo, pero siempre (o casi) solos, es un lugar de refugio al recurrimos luego de una crisis, no se porqué, siempre ha sido así.
Les dejo un par que me gustaron de visitas anteriores.
1 comentario:
Me pasa igual que a ti. Son lugares lindos... y tristes...
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